Iniciamos el año 2020 sin sobresaltos. No hay indultos truchos ni despidos intempestivos de fiscales. La vuelta a la normalidad se expresa en algunos incendios de Año Nuevo producto de los amados y odiados artefactos pirotécnicos y con las lluvias de verano haciendo estragos en varias regiones del país.  

En el campo político electoral, la carrera de cientos de candidatos por llegar al Congreso parece no llamar la atención de nadie, no solo por la habitual desafección política sino sobre todo porque en el caso de la institución parlamentaria, el rechazo de la ciudadanía va mucho más allá de la penosa performance de los “disueltos”. No es un problema coyuntural, sino estructural. Para decirlo en jerga empresarial, el Congreso es para la ciudadanía un sobrecosto que habría que evitar.

En el campo político judicial, el caso LavaJato está a punto de llegar a un momento clave -que puede ser largo y tedioso- en el que empiecen los juicios contra Keiko Fujimori, Ollanta Humala y un largo e interminable etcétera. Ahora bien, si estos no comienzan antes de que acabe el verano, es probable que las simpatías por el equipo de fiscales liderado por Rafael Vela se vayan diluyendo, y en estos procesos, aunque digan que la justicia es ciega, el peso de la opinión publica también hace su juego en la balanza de la justicia.

En el campo político gubernamental, el Ejecutivo tendrá su prueba de fuego, o mejor dicho de agua, con la temporada de lluvias, que sin Niño de por medio demuestra que la reconstrucción del Norte solo existe en la imaginación de algunos burócratas, y que la prevención sigue siendo una palabra vacía de contenido en nuestro país. Ahora bien, si no ha perdido los reflejos que ha tenido en otras situaciones, lo más probable es que el presidente Vizcarra aproveche “la emergencia” para recorrer el país y disponer acciones de respuesta, que aunque parciales, siempre suman puntos por el solo hecho de la presencia física del mandatario.

¿Aeropuerto de Chinchero? ¿Explotación laboral? ¿Reforma de las Afp? Son parte de una larga lista de temas que afectan derechos de diverso tipo, en los que el gobierno o no hace nada, o profundiza una forma de gestionar el desarrollo en la que lo único que importa es complacer a inversionistas de distinto tipo y calibre que lo que les importa es -a pesar del caso Lava Jato y de tantos anuncios de reformas- hacer grandes negocios a expensas de la gente, del medio ambiente o de nuestro patrimonio.

Que tengan un buen año!