El feminicidio es un problema político
El primer mes del año se registró una alta cifra de feminicidios que ha generado la repulsa ciudadana, a la vez que cierto desconcierto por la tendencia al alza de estos crímenes. Hay quienes consideran que es la manifestación extrema de respuesta de los varones frente al cada vez mayor empoderamiento de la mujer. Aunque esto significaría otorgarle una excesiva racionalidad -compartida colectivamente, además- a quienes matan mujeres, sobre todo a “sus mujeres”. Pero más allá de las razones, esta tragedia se va convirtiendo en una suerte de pandemia frente a la cual el Estado sigue de brazos cruzados.
Recordemos que, en su ya histórico mensaje de 28 de julio del 2018, el presidente Martín Vizcarra colocó el tema como un punto importante de su agenda de gobierno, e incluso en un hecho sin precedentes mencionó a varias de las víctimas de feminicidio. Lo lamentable es que luego el tema fue desplazado de la agenda presidencial y ha terminado confinado -como tantos otros temas que afectan a las mujeres- al disminuido Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y a la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso. Nótese que las palabras que van unidas a “mujer” en la nomenclatura oficial, nos dicen con claridad cual es el lugar que ocupan las mujeres en el imaginario nacional y en la estructura del Estado Peruano.
Nadie puede negar los esfuerzos cotidianos de diversos colectivos y organizaciones de mujeres -feministas o no- que nos llaman la atención sobre el problema y que nos recuerdan cada día cuántas mujeres fueron asesinadas. Asimismo, uno puede reconocer que en los medios de comunicación cada vez más va siendo desplazado el argumento del “crimen pasional” y se comienza a llamar al feminicidio por su nombre. Sin embargo, aún vemos las redes pobladas de machistas y misóginos que consideran a la mujer poco menos que un objeto que, una vez consumido, debe ser desechado.
Más grave aún es el silencio generalizado de la clase política peruana -con contadas y notables excepciones- que no es capaz de generar iniciativas de respuesta a la tragedia de las mujeres, y quizás eso explique el porqué el Presidente parece haber olvidado con tanta facilidad sus compromisos de julio del 2018. Por ello, mientras el feminicidio no se convierta en un problema político cotidiano, como ocurre hoy con la corrupción, a las mujeres se les seguirá matando todos los días.