La debacle de Keiko Fujimori
Keiko Fujimori sigue perdiendo poder de manera acelerada: su hermano Kenji, abandonó Fuerza Popular (FP) luego de conseguir la liberación de su padre con el canje de votos contra la vacancia ; Jorge Barata confirmó el apoyo de Odebrecht a su campaña en el 2011; su candidato al Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) perdió las elecciones y, con ello, la posibilidad de sacar al fiscal de la Nación, Pablo Sánchez; la Corte Interamericana de Derechos Humanos le puso freno a su intento de tumbarse a los magistrados del Tribunal Constitucional (TC) y su bancada acaba de sufrir una nueva baja.
Todo lo dicho confirma lo que muchos sospechaban: que el mayor capital político de la lideresa de FP era llevar el apellido de su padre, pero que su liderazgo y su capacidad de hacer política era limitada. Tener la mayoría absoluta en un Congreso sin ser Gobierno era un hecho inédito para la democracia peruana y es claro que Keiko no ha pasado el examen que eso significaba. A lo que se suma la pérdida de legitimidad frente al “pueblo fujimorista” al haberse resistido a la liberación de su padre.
La obtusa y poco comprensible oposición a quien la respaldó con entusiasmo cinco años atrás y la obsesión con la vacancia presidencial nos muestran a FP como una suerte de auto con el timón trabado con el pie pegado en un acelerador del que no sabe como desprenderse. Así, sin posibilidad de frenar o dar un giro, Keiko va llevando al aparato político que construyó para legitimarse en un seguro candidato a desbarrancarse en el intento.
Un nuevo fracaso del anunciado pedido de vacancia podría ser seguido de una pérdida de la mesa directiva del Congreso en julio y de una derrota electoral en las elecciones regionales y municipales de noviembre, sin que ello suponga -por suerte para nuestra enclenque democracia- una victoria del “kenjismo” (si existe algo que se pueda llamar así), que por ahora se mantiene como un aliado cada vez más incondicional del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
¿Significa esta nueva e insospechada situación que se inicia la agonía del fujimorismo? Quizás no, aunque probablemente sí, de la presencia del clan Fujimori, lo cual no debería sorprendernos porque si algo caracterizó a nuestra democracia en el presente siglo es la sucesión de gobiernos que en lo esencial eran “fujimoristas sin fujimoris”. Y nuestra política está llena de ese tipo de personajes.