Asesinatos de alcaldes: total impunidad
En los últimos años, parece ser normal el asesinato de alcaldes en el Perú. Asesinatos que no suelen ocupar las primeras planas, porque la mayoría de los casos ocurren en alejados distritos rurales, donde los medios nacionales no llegan y donde nadie parece estar interesado en que se aclaren las causas de estas muertes.
El día de ayer asesinaron al alcalde de Pion, un distrito de la provincia de Chota en Cajamarca, hace menos de un mes la víctima fue un asesor del alcalde de la provincia de Cañete, y unos días antes mataronal alcalde de Paimas, un distrito de la sierra de Piura. En agosto asesinaron a teniente alcalde del distrito de San Pablo, en la provincia Ramón Castilla, en Loreto y en julio la víctima fue el hermano del alcalde del populoso distrito de Villa María del Triunfo en la capital de la República.
Pero la cuenta de alcaldes asesinados o personas de sus entornos no acaba ahí. El 2015 fueron asesinados el alcalde del distrito de Samanco y su asesor principal en el mes de octubre, mientras que en julio la víctima fue el alcalde de la provincia de Paruro, en Cusco y en marzo fue el alcalde del distrito de Mara, en Cotabambas. Y en agosto fueron asesinados un regidor del distrito de Bellavista en Jaén y la esposa de un regidor del distrito de Soritor, atentado en el cual éste quedo herido.
En más de un caso, se conoce de amenazas de muerte previas, e incluso del asesinato de algunos testigos luego de estos crímenes. En la mayoría de los casos, la prensa local, habla de ajustes de cuentas o de hechos de corrupción al interior de las municipalidade. E incluso se ha señalado que algunos casos como los del alcalde de Mara, una de las causas habría sido su oposición al proyecto minero Las Bambas. Pero más allá de estas afirmaciones el hecho concreto es que todos estos casos han caído en el olvido o han quedado impunes.
A más de doce años del asesinato de Cirilo Robles, alcalde de la provincia de El Collao en la plaza de armas de Ilave, que conmovió al país, y a más de 30 años del inicio de la guerra interna en la que fueron asesinados cientos de alcaldes y regidores, pareciera que la clase política peruana no hubiera aprendido la lección. Su silencio frente a estos asesinatos no es más que una nueva expresión de la distancia entre el poder asentado en la capital y los distritos y provincias rurales, que a pesar de los ingentes recursos del canon siguen siendo los parientes pobres de un estado centralista.
Notas relacionadas en LaMula.pe:
Alcalde de Samanco, Francisco Ariza, es asesinado junto a un abogado en Ancash
