Bob Dylan se lleva el Premio Nobel de Literatura en una decisión celebrada por sus fieles admiradores -que lo hemos seguido en una carrera de luces y sombras- y que es cuestionada por quienes consideran que la literatura es ante todo y sobre todo un texto impreso en papel.  Aunque creo que todos podemos coincidir en que los criterios de la Academia Sueca siempre han sido absolutamente arbitrarios al otorgar este Premio, que en más de una ocasión fue negado a grandes escritores -siendo Borges el caso emblemático- y otorgado a autores a quienes ya nadie recuerda.

Si Dylan hubiera vivido en siglos lejanos habría sido un juglar como tantos otros, pero le tocó vivir la segunda mitad del siglo XX y se convirtió en una estrella de rock. Así también en una ficha más de la enorme industria musical que justamente creció exponencialmente en la década en que escribió, compuso, grabó y cantó sus primeras y más famosas canciones, tanto en su inicial fase acústica en la que la más conocida canción es Blowin' in the wind, como en su poderosa fase eléctrica, que tanto disgustó a sus fans de primera hora.

Dylan, siendo un hombre libre, nunca estuvo preocupado por complacer a nadie, salvo quizás a sí mismo. A diferencia de varios de sus contemporáneos, nunca se complació en seguir repitiendo las mismas versiones de sus viejas canciones. Logró interpretarlas siempre de una manera distinta, creando y produciendo grandes discos en el siglo XXI como Love and Theft o "odern Times".

Seguramente la polémica continuará algunos días más, para luego pasar a ser un capítulo más en la historia de un Premio que ha ido a parar alguna vez a manos de un político como Winston Churchill o de un filósofo como Bertrand Russell. Pero lo que sin duda es un hecho histórico es que la Academia haya premiado a alguien que comunica su obra a través de un formato distinto al clásico libro impreso. 

Quizás, sin pensarlo, más que a la literatura en sí, la Academia Sueca le ha asestado un golpe a la industria editorial, para la cual el Premio Nobel es un activador de ediciones, reediciones y traducciones del ganador. La mayoría de veces el ganador ha sido un perfecto desconocido para los millones de lectores. Por el contrario, Bob Dylan debe ser el más conocido de la historia del premio, y para conocer su obra (quienes no lo conozcan) no tendrán que sumergirse en ningún libro, bastará con sumergirse en internet para escucharlo. Particularmente en Spotify, donde aún se puede encontrar todo su catálogo.

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