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La patria del alma

Una conversación con Marc Willems, un belga que llegó al Perú en busca del "hombre nuevo" y se encontró con su propio destino.

Publicado: 2014-10-04

Hace varios años, en alguna aburrida reunión de ONG, conocí a Marc Willems, quien tenía como característica el decir siempre cosas muy sensatas y muy políticas. Pero lo único que supe sobre él durante muchos años fue que trabajaba en Andahuaylas. Le perdí el rastro, hasta que me enteré que había escrito un libro llamado La patria del alma. Testimonio del país que hábito y que me habita (Los Ríos Profundos, 2014).

Como tantos otros jóvenes europeos de los años 60, Willems y su compañera Lieve Delanoy decidieron dejar Bélgica y venir a Sudamérica con sus dos hijos pequeños porque pensaban "que el hombre nuevo del que hablaba el Che Guevara lo iban a encontrar en Latinoamérica". Y así llegaron a trabajar en 1978 a Parinacochas, donde descubrieron "que el mundo fue completamente distinto a nuestros esquemas...que no cuadraba en mi imagen ... donde hasta los hacendados eran recontra pobres diablos. Un mundo de pobreza extrema, pero muy mágico, donde la gente manejaba mucho los códigos andinos míticos. Nunca tomabas sin tinkar con la tierra o con el Apu Sarasara". 

Y en ese mundo Willems descubrió también a los danzantes de tijeras, entre ellos a un joven Qori Sisicha. "Estos hombres tan distintos pero que tenían una forma de encanto y deidad, hijos del Apu Sarasara", en un tiempo en que aún no alcanzaban el reconocimiento que tienen hoy en Lima, y cuando se decía de ellos que tenían "un pacto con el diablo, y no les dejaban entrar en la Iglesia, ni enterrar en los cementerios".

En esa misma época, "Sendero existía, como los buenos pero equivocados, era un actor, por más que no se les veía, eran como una nube que está por encima...un actor invisible pero bien presente", pero además se hablaba "de Sendero, de Bandera, de Patria, de Trinchera, había miles de movimientos rojos".

Andahuaylas, más allá de la violencia

En 1982 Marc y su familia se van a vivir a Andahuaylas, donde "la ciudad misma no pesaba tanto, la mayoría vivía en las comunidades campesinas. Los comuneros no eran ciudadanos todavía. Andahuaylas tenía la fama de ser ciudad de mistis, de mentalidad muy ayacuchana... y fue la zona de las tomas de tierras, muy importante en la historia del mismo Perú". Pero como recuerda Marc "lo que les llamo la atención era que era una zona de pichicateros". Y a esta mezcla se le agrega "la presencia de Sendero, con alguno de sus mejores cuadros como Edith Lagos"; eso fue lo que llevó a que desde el comienzo la provincia fuera declarada zona de emergencia. 

Pero como afirma Marc "la vida continua. No hemos dejado de comer un pan menor porque había terrorisimo, no había una fiesta de promoción o un quinceañero menos porque fue zona de emergencia. Tú entrabas a una fiesta y en vez de irte a las ocho, salías a las 6 de la mañana, porque la vida continuaba". Además, Marc y sus compañeros de trabajo pensaban que si uno esta convencido de algo, tiene que hacerlo y "nuestro papel era el trabajo en el campo. Y decíamos, si tu tienes un compromiso en la comunidad lo cumples, y si has dicho que vas a estar en la comunidad a las dos de la mañana estarás ahí". Y como recuerda Marc, "lo hicimos".

Marc y Lieve también administraron el cine Anton Spinoy, una sala que tenía los mejores equipos de proyección del Perú. Y así durante diez años hicieron un intenso trabajo cultural donde "solamente se daban buenas películas... y nada de extrema violencia". Pero además se organizaron "las muestras nacionales de teatro, y un teatro sobre los problemas de ellos mismos". 

Marc, además, incursionó en la política electoral, llegando a ser candidato a alcalde, aunque él mismo reconoce que "si bien fue muy interesante, fue un rol equivocado". Al perder las elecciones, luego de renunciar a su trabajo en la ONG, se le abrieron nuevos caminos... pero como él señala la experiencia "fue en el camino de la conquista de los derechos de la gente".

Kutina Chaka : El puente del retorno

Luego de esto, Marc comenzó a trabajar con la gente de Oreja de Perro que se había desplazado hacia la ciudad de Andahuaylas, y que "tenía los oficios más humildes". Pero el principal problema era que la gente les decía "queremos volver, pero hay que hacer un puente peatonal sobre el río Pampas....y lo hicimos, sin presupuesto al comienzo...con cuatro carretillas, dos barretas, veinte picos, veinte lampas y un poco de dinamita". 

Al terminar la obra, los comuneros y Marc decidieron llamarlo "Kutina chaka , puente del retorno que es un monumento de memoria viva... y volvimos con quinientas familias a la Oreja de Perro... y durante quince años he recorrido toda la Oreja, un lugar inmenso y tremendamente bello". Y aunque usted no lo crea, Marc sigue haciendo camino... y hoy siembra café muy cerca al Cerro de la Sal en terriitorio ashaninka, recorriendo esa "patria del alma" que quiere y conoce mucho mejor que algunos peruanos. 

Notas relacionadas en LaMula.pe:

"Hierba silvestre". Una (nueva) versión de la muerte de Edith Lagos.


Escrito por

El Arriero

Javier Torres Seoane: Antropólogo de profesión y comunicador de oficio.


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Un blog de Javier Torres Seoane