Héctor Velarde: "Psicoanálisis de la Ciudad"
Aunque los techos de Lima han cambiado algo, tanto por las campañas de "Techo Limpio" hechas durante la gestión del alcalde Alberto Andrade en los años noventa, como por la multiplicación de edificios, este texto del gran Héctor Velarde, todavía tiene vigencia en más de un distrito de la ciudad.
"La subconsciencia de una casa de Lima está en el techo mismo de esa casa. La subconsciencia de la ciudad entera está en todos sus techos. Es lo contrario de lo que pasa en los casos normales de psicoanálisis en general. Lo sub de la conciencia, debe estar sub, es decir abajo. Aquí, en Lima, está arriba. En los techos. En Londres, por ejemplo, ciudad tan seria, la subconsciencia está en los sótanos.Lo no consciente pero penetrado se hunde y duerme en la subconsciencia. Entre nosotros se tira al techo donde se ventila, se moja su poquito o se asolea.
Desde que se construye una casa, lo no pensado, lo oculto, lo reflejo, lo que parece no servir, innecesario o inaparente, va directamente al techo. Sobre todo lo sucio. Son grandes plataformas suspendidas y casi siempre inestables donde se acumulan en capas superpuestas toneladas de basura mezclada con objetos como retratos de familia, bacinicas, zapatos viejos, comoditas picadas y bicicletas rotas. Eso se combina con la vida misma de la subconsciencia que se hace presente por medio de pavos cantores, patos bañistas, cuyes asustadizos, gallinas ponedoras, perros bravos, gatos equilibristas, loras habladoras, cabritas quejumbrosas, plantas con flores, arbolitos en macetones y barriadas enteras de totora con braseros de carbón de palo y aparatos de televisión con novelas a todo meter.
Como entre la subconsciencia y la inconsciencia no hay sino un poco de torta o, a lo más, algunos ladrillos pasteleros y una que otra teatina, el fenómeno psicoanalítico socio-económico de los techos se enriquece con avisos luminosos más grandes que las casas, tanques de cilindro en batería o de concreto en cascada, casetas de ascensores como trampolines de piscinas olímpicas, chimeneas de todas las industrias, cuartos de servicio pero que son de alquiler, tenderetes napolitanos y playas de estacionamiento con rampa.
El problema de limpiar los techos de Lima es pues un problema de psiquiatras, psiquiatras municipales y urbanistas. Es de felicitarse que lo hayan encarado. Era lo indispensable descargar el peso de esas subconsciencias acumuladas en las alturas y darle más garantías a la población disminuyendo la presión de las inconsciencias explosivas, todo lo cual puede enterrar, dentro de poco, bajo una lluvia apocalíptica froidiana-capitalista, a la capital enferma. ¡Pero qué curación más delicada y difícil! En psicoanálisis se conocen las monstruosidades que afloran en la subconsciencia y las amenazas de la inconsciencia. La limpieza de los techos de Lima puede dejar en libertad esas monstruosidades y desatar la amenaza de lo irracional. La subconsciencia no tiene fondo y la inconsciencia no tiene contenido: las casas pueden quedar vacías y los sesos de la ciudad regados por las calles y confundidos con putrina de anchoveta. ¿La limpieza no podría, quién sabe, hacerse con helicópteros para no turbar demasiado la psiquis de los limeños cuyas azoteas son sus propios cerebros pero patas arriba?"
Tomado de "Antología Humorística" (Lima, Peisa 1973)