De la gran transformación a la hemiplejia política
A un año de haber prometido la gran transformación, el gobierno de Ollanta Humala pareciera que está en trance de sumirse en una hemiplejia, debido a su incapacidad para asumir las consecuencias de las propias definiciones que tomó cuando decidió desembarcar el ala izquierda de su gobierno.
Un serio síntoma del Presidente es que conforme pasan los días se hace evidente su falta de liderazgo o de visión acerca de lo que hará o no hará en el tiempo que le resta a su gobierno. De poca ayuda le ha resultado el Primer Ministro Valdés, quien supuestamente iba a imponer la autoridad en los conflictos socioambientales, pero que hasta la fecha solo ha logrado consolidar el rechazo a la minería en regiones como Cajamarca, donde el futuro de la actividad no depende de algún plan, sino de un peritaje que puede terminar resultándole demasiado caro al gobierno, si los expertos señalan que hay modificaciones sustanciales que hacer al proyecto Conga. O como en Tacna, donde luego del rechazo a las propuestas del gobierno de parte del presidente regional Tito Chocano -que ya había derrotado a Valdés en las ánforas el 2010- no sabe qué hacer para lograr que la Southern ponga en marcha la Ampliación Toquepala.
Curiosamente, hay otras regiones donde se han instalado Mesas de Diálogo, lideradas por los gobiernos regionales, con la participación de empresas mineras y representantes del gobierno nacional, donde las cosas van mejor, como en el caso de Cerro Verde en Arequipa o Quellaveco en Moquegua. Quizás ello se deba al estilo diferente de gestión del conflicto, o simplemente a que a diferencia del Poder Ejecutivo, las autoridades regionales no asumen la agenda de la Sociedad Nacional de Minería y Petroleo a rajatabla, sino que buscan un equilibrio dialogante, no siempre fácil de lograr, entre la gran inversión y las preocupaciones de la población.
Y a pesar de estas señales, al igual que en otros temas, Ollanta Humala vive sumido en el silencio, enfrentado a las ideas de quienes lo ayudaron a llegar a la Presidencia, y presionado por sectores que le han hecho creer que no hay alternativa posible ni reforma alguna que deba hacer para que el Estado tenga una mayor capacidad de regulación de la actividad extractiva. Así las cosas, lo peor de todo es que con esta falta de iniciativa, su gobierno corre el riesgo de sufrir una hemiplejia generalizada. Salvo que de una buena vez el Presidente de la República entienda que el Perú es un país descentralizado y que a los gobiernos regionales hay que escucharlos y tomarlos en serio.
jts/diario 16